jueves, abril 21

Un caso de libro

Llegaron hambrientos como siempre y esa noche tuvieron particular dificultad en escoger una mesa en la que degustar los carnosos manjares que le serían servidos para darle rienda suelta a la gula. Después de un ejercicio que se pareció bastante al juego de “la sillita” se decidieron por una mesa de cuatro personas en la que el aire acondicionado no les enfriara la comida.

En la mesa del lado, estaban sentados unos gringos con niños y con sus boricuas conocidos en la isla del espanto. A menos de cinco minutos de tratar de comenzar una conversación relajante, se percataron de que dos de las vecinas gringas hablaban, o más bien gritaban, a unos decibeles insospechados. A unos días de haber arribado a la isla del espanto ya tenían el típico bronceado parecido al lipstick color fucsia de Barbie y vestían las ligeras ropas que sólo usan cuando vienen de vacaciones al caribe. Sin embargo, justo cuando pensaron que serían distraidos por estos dos seres, hizo entrada un caso más interesante...

Él estaba en los “early 40’s” y unas canitas comenzaban a asomársele en el pelo, ella estaba en los “early 30’s” y tenía un mechón de pelo color naranja en el lado derecho de su enlaciada cabellera. Los dos usaban perfumes ochentosos que dejaron sin respiración y con un poco de náuseas a los comensales de aquel lugar cuando pasaron por delante de sus mesas. Rápidamente, eligieron un spot y se convirtieron en los vecinos del otro lado de la mesa.

El mesero les preguntó qué iban a tomar. Ella, muy coqueta y haciendo alarde de su sombra azul, pestañeó en repetidas ocasiones y ordenó un martini. Él, para lucir refinado pero varonil, ordenó una copa de vino tinto. Cuando el alcohol empezó a hacer algún efecto, empezó el show. Mientras le decía “papi”, ella le pasaba la manito por la parte de atrás del cuello... justo donde terminaba el cerquillo de su recorte macharrán. Él, en respuesta, le decía una que otra cosita kinky al oído. La velada fue transcurriendo entre pasaditas de mano por la cabeza, interacción de roces de piernas por debajo de la mesa y, por supuesto, el ocasional beso francés de tanto en tanto. Ella, se paró para ir al baño y mostró orgullosa su bolerito de tela de mahón, su "maripily o sonya jean" bien ajustadito y sus stilettos de poca monta. Él tenía una camisa de cuadros azules y negros, una pulsera hecha de rubber y stainless steel bien ajustadita a la muñeca y un collar con un crucifijo muy moderno. Despúes de todo, no había por qué olvidar la santa celebración de la semana mayor.

Mientras tanto, ellos conversaban sobre lo que pasaba en la mesa de la lujuria. Por supuesto, ya habían subido algún comentario cínico a Facebook haciendo alusión a los vecinos tan pintorescos que le habían tocado y algunos amantes furtivos del pasado ya habían hecho sus comentarios virtuales o habían "likeado" el comentario. En la mesa del fondo del restaurante había un grupito de personas celebrando el natalicio de uno de ellos con un ruidoso “happy birthday to you” mientras las gringas seguían contando sus experiencias en la playa del Marriott en tono mucho más que estridente.

Así, cuales tórtolos de 15 y 16 años, aquella parejita se enajenaba de la realidad y le iba subiendo el tono a su profesión de afecto. Ella se fue quedando sin lápiz labial y él tuvo que ir al baño una o dos veces más. Cuando regresó, él pidió la cuenta y ella lo observó con ojos de lujuria mientras él sacaba el dinero de su mahón negro marca “Wrangler” para pagar. Se pararon y se fueron a darle rienda suelta a lo que aquel foreplay público les había provocado.

Cuando la mesera que solía atenderles se acercó a su mesa, ya se habían marchado los tórtolos, los gringos y los cumpleañeros. Hablaron un rato con ella sobre todos aquellos personajes. Fue ella quien les contó que en medio de la calentura la chica del bolero de mahón y la sombra azul había llorado durante la romántica velada.

La mañana siguiente, su esposa lo despertó tempranito y le dijo: “no me importa a la hora que hayas llegado anoche, hoy vamos a visitar los siete altares.”

jueves, marzo 19

Sudando la toga

Las vistas públicas estaban pautadas para comenzar a eso de la 1:00 pm. En Macondito siempre se usa la frase "a eso de" por aquello de tener presente el grado de impuntualidad que caracteriza la mayoría de las citas para trabajar con los más diversos e importantes asuntos que aquejan al país. La realidad es que hace dos semanas todavía no tenía una opinión formada sobre el asunto de la colegiación obligatoria (la palabra compulsoria no está en el Diccionario de la Real Academia Española). Se informó como debía para poder formar una opinión y asumió una postura. En la mañana tuvo el clásico dilema de si disfrazarse como una de ellos o de sí misma... o si hacer una combinación de ambos. Ecléctica es una buena palabra para describir como lucía aquel día. Lo que sí tenía claro es que con respecto al dilema de la colegiación obligatoria su postura estaba formada... nada de eclecticismo con respecto al tema.

Al mediodía se encontró con Robin. Sí, con Robin... porque como Batman y Robin habían decidido ir a dar la pelea en cuanto a este asunto al mal llamado "palacio de las leyes". La tarde se anunciaba como una secuela de contradicciones y clandestinaje. Robin estaba de punta en blanco... nada de eclecticismo con él. Su decisión fue estar con el gremio hasta en imagen. Después de calmar el hambre decidieron tomar la guagua pública para llegar hasta el lugar de los hechos. Vestidos de seda se montaron en aquel cajón de metal lleno de grafiti para llegar al santuario del mármol. Con qué sorpresa se encontraron cuando llegaron y les dijeron que la vista había sido movida al Edificio Luis A. Ferré, un edificio que es dedicado (como muy bien mencionó Efrén Rivera Ramos en su columna en El Nuevo Día) al estacionamiento de automóviles. Así estaba la cosa... los temas medulares de una sociedad más que democrática, pluralista, se atienden en edificios accesorios y carentes de importancia o protagonismo.

Al llegar se toparon con la escena de algunos estudiantes maquinando cómo lograr acceso al edificio pues se lo habían negado después de llamarles terroristas. "Déjalos que suban, total no van a llegar a ningún lado..." decía el guardia que vigilaba el estacionamiento. Subieron con ellos de manera clandestina por unas escaleras algo escondidizas y para nada principales hasta lograr acceso al ascensor que les permitiría llegar al lugar en donde se discutiría el asunto. Tantantantaaaaaan, el ascensor se abre y aparece ante sus ojos un enjambre de hombres en traje y mujeres en suit produciendo un murmullo ensordecedor en un pasillo de apenas algunos tres pies de ancho. Se insertaron en el enjambre para descubrir que estaban ante un murmullo y una aglomeración productos del atropello. Allí, en un edificio accesorio al "palacio de las leyes", los representantes se las ingeniaron de manera insidiosa para ofrecer una vista "pública" en la que el público no podía entrar porque no cabía en el salón. Allí estaban aglomeradas aproximadamente unas cien personas, algunos abogados y algunos aspirantes a la abogacía, sudando sus trajes y suits en medio de las amenazas de que si no se hacía silencio darían por leída la ponencia del Colegio de Abogados defendiendo la colegiación obligatoria. La escena era elocuente por demás: gotas de sudor y maquillajes corridos eran los compañeros inseparables de las pancartas rechazando el Proyecto de la Cámara 152. De repente le vino a la mente la imagen de las cámaras de gas en las que morían los judíos en la época de Hitler. Estuvo segura de que a muchos les hubiese gustado ver aquella escena en la que unos cuantos abogaduchos se asaban en su propio caldo y se asfixiaban con su propio óxido de carbono. Ante la súplica del presidente del Colegio de Abogados trataron de hacer silencio y se orquestó un piquete improvisado en las afueras del edificio. El edificio en sí mismo ya estaba en las afueras del "palacio de las leyes" y los abogados del país, supuestos funcionarios del Estado, ahora estaban en las afueras de las afueras. Nada más con el testigo.

Salieron, fumaron y marcharon en lo que Robin llamó la "machina". Daban vueltas coreando de vez en cuando las consignas que gritaba alguien a punto de quedarse sin voz. Recordó por un momento aquellas madrugadas de pasquinar a favor de la Hermandad de Trabajadores de Servicios Sociales con su papá y con Haydeé Colón, hoy defensora del ambiente. Al cabo de aproximadamente media hora apareció, cual ilusión óptica, una F-150 con bocinas típicas de las pintorescas "tumbacocos". Micrófono en mano aquella voz pudo descansar un poco. De la F-150 se bajó una morena delgada en traje blanco justo arriba de la rodilla... no hay que olvidar que la tarde era una llena de contradicciones. Aquella jovencita estaba más presentable que algunas abogadas en los tribunales del país. Hablaron de cómo le pasarían el rolo a un gremio que se piensa a sí mismo y que es pensado por lo demás como uno lleno de poder. La imagen de un rolo gigantesco aplastando a los otrora "letrados" del país se hizo contundente al poder constatar que la ponencia del Colegio de Abogados mordía el anzuelo del discurso político partidista que rechina en el cerebro de Liza Fernández y se aducía como un argumento en defensa de la institución el hecho de que cuando los "penepés" no tenían en dónde reunirse el Colegio de Abogados les prestó su sede. Decidieron marcharse ya que realmente no se estaban enterando de lo que pasaba en las vistas "públicas" y tomaron la guagua de regreso a Miramar. Al montarse en la guagua se percataron de que una ventana que habían cerrado realmente había permanecido abierta porque dentro de la guagua el olor a gasolina era asfixiante. Flamables... así venían de las vistas y ahora les tocaba una segunda cámara de gas que parecía presagiar que, en efecto, a su postura le faltaría el oxígeno vital para poder subsistir.

Al llegar a su casa encendió la radio en AM y sintonizó una parte de las vistas. El atropello que se vivía dentro de aquel diminuto salón era peor que el que vivieron aquellos hombres en gabán y mujeres en suit en el pasillo del edificio. Pensó: a lo mejor fue mejor quedarse fuera... La vista se celebraba en un ambiente de hostilidad total en el que la representante Liza Fernández se dirigía al presidente del Colegio de Abogados como si fuera un acusado que está siendo juzgado en una jurisdicción en la que los acusados no tienen derecho alguno. Mucho después de lo que lo hubiese hecho yo, y ante el hostigamiento de la representante, el presidente del Colegio le dijo: "Honorable, puedo exlicárselo cuantas veces usted desee pero no está en mis manos lograr que usted entienda lo que le estoy diciendo." Saltó "Primitivo" Aponte a pedir una moción de privilegio en la que se le llamara la atención al deponente, que más que eso parecía un acusado, por haberle faltado el respeto a la representante ya que su comentario denotaba que estaba indicando que Fernández no tenía la capacidad suficiente... Ni que fuera un pecado o una falta de respeto decir de manera decorosa la verdad: que a aquella mujer no iba a haber quien la hiciera entender porque ya tenía "la mente hecha" con respecto al tema. A pesar de que Fernández no se había dado cuenta de lo que el comentario denotaba, tomó el próximo turno al bate para hacerse saber ofendida y continuó la lluvia de palos dentro del salón.

Luego de transcurridos unos cuantos días del vergonzoso suceso, se lamenta profundamente de que este tema esté siendo abordado de una forma tan irresponsable. Se lamenta también de que el velorio de Filiberto Ojeda Ríos y el hecho de que el Colegio se haya alineado con posturas que, aunque correctas ante mis ojos, son percibidas como de izquierda termine costándonos la colegiación obligatoria por la falta de lo que en griego se conoce como logos. Logos: (en griego
λóγος) significa: la palabra en cuanto meditada, reflexionada o, es decir: razonamiento, argumentación, habla o discurso. También puede ser entendido como: inteligencia, pensamiento, ciencia, estudio, sentido.

Ojalá y no tenga que abrir el periódico en los próximos meses y encontrarse con la siguiente esquela ni tenga que asistir a la misa de réquiem del distinguido:

Colegio de Abogados de Puerto Rico

1840 - ¿2009?



Fotografía: Siumell González-Bermúdez

martes, marzo 10

"... burdaprosa"

burdaprosa: dícese de la demasía de palabras
para decir cosas poco o nada importantes,
además... es grosera.




Hace algún tiempo que miraba alrededor y notaba que faltaba algo… pero ¿qué?, no sabía. Era como mirar una foto en blanco y negro y notar la falta de contraste... Ahh, esa traicionera falta de contraste de las fotos que solo se revela cuando sales del cuarto oscuro con la luz infrarroja y vez la imagen bajo la luz del pleno día. Es ahí, presa de esa luminiscencia cuando ya no te puede mentir, cuando ya no puede volverse imagen impostora de contrastes ante tus ojos… es ahí cuando se le ve la falta de contraste a las imágenes antes perfectas en el cuarto oscuro. Era un permanente estar en un estado visual confuso en el que se mira un carro recién pulido al cual por el exceso de brillo se le ven todos los arañazos que la calle le ha propinado. En la escasez de la luz, en la abundancia de la luz: precariedad.

Burda como la revelación de la foto, burda como la revelación del carro arañado era su incapacidad de enfocar. Quién iba a pensar que iba a perder la capacidad de ver ante un suceso burdo y cotidiano. Quién iba a pensar que le iba a faltar poesía al suceso de perder la vista… De repente todo se oscureció a su alrededor y no quedó en las tinieblas… quedó sumergida de manera permanente en medio de una imagen fuera de foco. Achicaba los ojos para ver si podía enfocar… buscaba entre las gavetas lentes de contacto viejos, espejuelos con recetas viejas, espejuelos abandonados de amantes que nunca volvieron… Pero no, B L U R era la palabra que había llegado para quedarse.

Se hizo la luz en otra dimensión. Halló lo que faltaba: falta P O E S Í A. Falta poesía en la narración de hechos, falta poesía en la despedidas de parejas, falta poesía en los encuentros de amor, falta poesía en las muertes de los queridos, falta poesía en las ofrendas a los amigos, falta poesía en las maneras reconocidas para mostrar afecto, falta poesía en la imagen, falta poesía en la música, falta poesía en la naturaleza, falta poesía en la ciudad, falta poesía en la sublimidad, falta poesía en lo efímero, falta poesía en lo permanente, falta poesía en la burocracia, falta poesía en la canción, falta poesía en la locura, falta poesía en la senilidad, falta poesía en el sudor, falta poesía en la sangre, falta poesía en el semen, falta poesía en el trazo, falta poesía en la letra, falta poesía en la palabra, falta poesía en la P O I E S I S.

Por eso decidió escribirle esta "b u r d a p r o s a" al burdo y redundante acto de su perro de inutilizarle los espejuelos…


Foto tomada de: stockxchng.com.

martes, noviembre 11

El discurso estuvo McCain










Por Farasch López Reyloz para Cristallo

7 de noviembre de 2008

Anoche, mientras escuchaba el sobrecogedor mensaje de aceptación de la derrota del candidato republicano a la presidencia de los Estados Unidos, recordé aquella frase de la jerga de la juventud de una época que ahora parece lejana y decía para mis adentros "este discurso está McCain". Todas las personas inteligentes reconocíamos con llaneza la superioridad discursiva de Obama sobre su contendor republicano, esto si ignoramos los desgarradores vídeos, que sobrepasan los cinco, en youtube en donde vemos a Obama en las ocasiones en que perdió la línea o se apagó su teleprompter y dijo puras estupideces o balbuceos que apuntaban a la revelación, al descubrimiento de un farsante. Aquí debo confesar dos cosas que mis amigos más cercanos saben, pero siempre cae bien y parece interesante eso de confesar, que soy una pesimista feroz con la capacidad de ser conmovida por la belleza y la solidaridad y que odio visceralmente a los farsantes. Esto también a la larga incluye que detesto a los sospechosos de o candidatos a farsantes. De modo que mi fibra pesimista se camufla y desea en lo más íntimo que este individuo no resulte ser un farsante por el bien de la humanidad que ha celebrado su triunfo poseída por una efervescencia y trance sin precedentes que han llegado a Australia y a Kenya.

Reconozco que la voz de Obama le regaló a Estados Unidos algunos de los mejores discursos de su historia y digo la voz de porque en varias ocasiones en mi vida he sido la ventrilocuo que ha escrito los discursos que otros con foros más populosos que el mío (que se reduce a ustedes, mis buenos amigos) han dado y por los cuales han recibido congratulaciones. Así que no me llamo a engaño y sé que estos discursos los escriben otros, el candidato aprueba, edita, retrabaja los discursos, eso en el mejor de los casos, pero no suele ser quien los escribe, así que aquello por lo que se ha reconocido más a Obama es un talento prestado y que confiamos que sus anónimos escribas permanezcan a su lado para asegurarse que luzca a la altura de las expectativas durante todo su término.

Sin embargo, aparte de todo esto, en esta ocasión el discurso que me ha deslumbrado y conmovido mi Ser intelectual, que es tal vez el único Ser que tengo, fue el de John McCain. En un discurso que duró apenas unos 9 minutos quedó recogida el alma de lo que debe ser una gran nación compuesta por ciudadanos míticos, gigantescos, monumentales, que para nada tendrían como hijos a sujetos como Sarah Palin. Si desde el principio Sarah lució menguada al lado de la figura de McCain, esa noche fue un individuo insignificante a quien se le negó la voz como se le niega a un niño chillar en la misa.

Aun así debo reconocer que soy impermeable a algunas de las palabras que articuló McCain, en específico a casi todas las que apuntaban a que estábamos ante la nación más grande y maravillosa del mundo. Después de un puertorro no hay orgullo nacional más infundado e inmodesto que el de un estadounidense, quienes también viven atrapados en la equivocación de creerse el ombligo del mundo. De modo que a mí me resulta un dardo romo, soy impenetrable ante el desgastado discurso de la nación más poderosa, de la ciudad en la colina, de los puritanos ejemplares, de los militantes del bien, del país de las esperanzas, de las oportunidades. Al carajo con eso, para mí, y creo que para todos, ése es el país que ha matado presidentes, que hace la guerra por petróleo, consumo o cualquier vaina irracional, que escogió a Bush, no una, sino dos veces, que engendró el Ku Klux Klan, la nación de WACO, de McVeigh, de los skinheads, de la bomba atómica, de la fabricación de más de una guerra, del tribunal que le creó la trampantoja al mundo de juzgar a Saddam Hussein y lo ahorcó vía tv delante de la humanidad entera, la nación que gestó el muro de Berlín, que impulsó la guerra fría, que ha sostenido por décadas el embargo a Cuba, que compró la idea del bando del bien y del mal, que gritaba sobre los escombros de las torres "we must strike back" … y todo esto no lo hace la peor nación, no los vuelve monstruos, sólo los hace reales, con igual potencial para el bien que para el mal.

Aunque no comparto con McCain la noción de la América que ellos describen, soy suceptible de conmoverme, pero no soy una ilusa. Me conmueve la belleza pero reconozco la mentira, y muchas de las peores mentiras son espectacularmente hermosas. Una nación tan grande y excelsa como la que describió Obama en todos sus discursos y la que invocó McCain en el mejor discurso que haya articulado durante toda su campaña, el de la derrota, no demora 143 años tras la abolición de la esclavitud para reconocerles tardíamente a sus ciudadanos la igualdad entre los seres de la misma especie, y por consiguiente otorgarles la misma oportunidad de triunfo y éxito en la vida. Aquella igualdad que sólo era reconocida discursivamente no se materializó parcialmente hasta el 2008, y esto no me provoca orgullo sino un profundo bochorno como ciudadana del mundo.

Cuando veo casi siglo y medio después, no puedo más que preguntarme si realmente hay algo de lo cual estar orgullosos, articularlo o pensarlo nada más trae a mi mente vergüenza. Siglo y medio para entender lo que ya el propio tribunal reconocía, lo que la ciencia nos demostró hace tanto, lo que la intuición y el Ser nos revelan a diario, lo que es una verdad contundente que ya no debe formar si quiera parte del debate, lo que la Revolución Francesa planteó, que todos los hombres nacen libres e iguales. Cuánto costó y demoramos en descubrir el AND mitocondrial para corroborar lo que los ojos y el espíritu tienen como una verdad manifiesta. No bastó que National Geographic tenga una revista y más de un canal y Discovery tenga tiendas y como 12 canales, todo esto desde hace décadas, por lo que hace ese mismo tiempo que se ha democratizado el acceso a la ciencia, a la historia, a la mirada global. Nombrar siglo y medio de desvergüenza, de oprobio e injusticia debería abochornarnos por otro siglo y medio más. Hoy las lágrimas de Jesse Jackson valen más que las de un blanco?, ¿hoy valen más que las de los esclavos?, ¿hoy esas lágrimas sobre un rostro negro son más reveladoras que ayer?, ¿hoy nos conmueven sin avergonzarnos? Francamente no lo entiendo.

No se equivoquen, mi espíritu está conmocionado, sobrecogido profundamente, sólo que no estoy orgullosa de esta imperdonable demora histórica, no estoy orgullosa de que la gente hoy esté celebrando que un negro ganó y no que un hombre movilizó al mundo, las masas más apáticas y que inundó de trance esperanzador a la nación que mayor desasociego debe estar padeciendo en el mundo por tratarse de un imperio puesto de rodillas.

Anoche McCain dio un discurso para que se arrepintieran de no elegirle; por primera vez les pareció a todos los obamistas que presentaba un racionamiento preclaro. Aunque cabría la posibilidad de preguntarse si se oyó magistral porque declaraba la victoria del favorito o si el discurso era grandioso en sí mismo; es decir, cabe cuestionar si lo conmovedor del discurso estaba sólo en la emoción del receptor o si objetivamente el elemento que lo hacía grande estaba contenido en el propio discurso.

Mis amigos blandos, los optimistas, en su pajería ilusoria me pedirán que vea el lado bueno, que mire a la realidad de que finalmente se dio algo que todos han coincidido en llamar cambio (cosa que me apena porque no me parece una palabra bella sonoramente hablando ni en inglés ni español), y supongo que al mismo tiempo me querrán decir tácitamente que me pase por el culo el resto de la verdad oscura que reconozco y que ellos hoy no quieren escuchar. Pero yo, su amiga incordia, el lado oscuro de sus conciencias, hoy celebro con ustedes, me visto de nuevo, estreno alma, me perfumo con una esperanza recién descubierta en ustedes y escasa o estéril en mí, e incapaz de variar escojo estar arrobada por el discurso de la derrota y menos persuadida por el del triunfo, me declaro más adepta de las palabras gallardas del perdedor que estuvo McCain, porque soy más dada a apreciar con particular interés las rarezas y porque admiro el coraje en los tiempos en que escasea y, claro está, porque prefiero mantenerme incómodamente suspicaz ante la posibilidad de que el ganador resulte un farsante en los tiempos en los que abundan tales especies. Así que, celebro como siempre, como ustedes saben que suelo hacerlo, celebro con recato y discreción porque en el baile febril en medio del carnaval alguien sobrio tiene que velar la puerta.

Etiquetas:

viernes, noviembre 7

"Los colores de mi tierra"

Las necesidades básicas fueron provistas de manera ineficiente ese día. Comió solo una vez y mal, iba al baño cuando estaba a punto de reventarle la vejiga y se acostó tardísimo sabiendo que la jornada laboral del día siguiente sería dura. Hasta los vicios fueron pospuestos hasta que terminara de ver la cobertura de la elección presidencial en Estados Unidos. Salió a comprar cigarrillos a eso de las dos de la mañana y ya que estaba en el garaje de gasolina y ya no había Ley Seca aprovechó para llevarse dos cervecitas para la casa.

Cuando entró al "convenience store" del garaje de gasolina más cercano a su casa, la primera estampa que vio fue la siguiente: dos individuos en los medianos cuarenta borrachitos como los personajes de Jorge Castro y René Monclova en el ya trillado y súper aburrido Club Sunshine hablando de cómo no habían podido superar ser unos mujeriegos. Se veían como el típico tipo que da una labia brutal, en lo personal y en lo profesional, y que está a punto de perder el trabajo con el que mantiene a la esposita de Guaynabo y a las chillitas del resto de la isla porque con el supuesto "tsunami azul" la administración del (des)gobierno de Puerto Rico había cambiado.

Y en efecto, fue por estar sintonizada a los distintos canales locales (que como están las cosas no hay pa'poner Cable TV) viendo la cobertura de las elecciones, que su máquina corporal fue pobremente atendida ese día. Macondo era arropado por un tsunami azul que venía definitivamente del este. Sin embargo, lo que le provocaba una tristeza serena y abonaba al desasosiego con el que ya se estaba acostumbrando a vivir no era el hecho de que el gobernador electo viniera de un sector que cree que puede metérsele a la cama a la gente y prohibir su expresión sexual, afectiva, económica…, un gobernador que piensa poner quién sabe exactamente qué cosas trascendentales y esenciales para la convivencia en manos de "organizaciones de fe" (supongo que de una fe un tanto azulada como la sangre de los nobles), un gobernador salido literalmente de una comiquita gringa cuyo tema es la familia disfuncional...

NO, lo que se volvía gasolina para su desasosiego es el hecho de saberse parte de un país huérfano de líderes, un país huérfano de mentes y por lo tanto, para no seguir mencionando las ausencias que nos ha dejado nuestra orfandad, un país sin candidatos por los cuales poder votar.

Y ni hablar del gobernador saliente. Ese, luego de criticar al gobernador electo porque dijo en un debate que la cosa estaba tan mala que ya ni podía ir al cine con su familia, dio un mensaje televisado de 15 minutos en el que se cantó más pelao' que doña Edwina, a quien la visitó un cobrador de Commoloco para llevarse la lavadora que había financiado con ellos después de tenerla rentada 6 meses con Rent-a-Center. Ese se "mascó" las andanzas de Jed Bartlett en un intento por parecer un hombre de estado de veras, veritas. Ese se dijo y se contradijo en un sinnúmero de ocasiones durante el cuatrienio y se agenció las posiciones directivas del país y de su partido en actos muy hábiles, políticamente hablando, que dan cuenta de que quienes estaban bajo su cadena de mando carecen de materia gris (tal vez debo decir roja) y, en aras del baile, la botella y la baraja que definitivamente se han vuelto lo que caracteriza este país, celebran en un Choliseo repleto de gente fácilmente manipulable el hecho de que no tienen cerebro.

Tal vez… sólo tal vez, el caso más deprimente sea el del candidato que "representa" al partido que busca la soberanía del país. ¿Qué por qué este, que definitivamente era inteligente, es el caso más triste? Porque la falla de este candidato no radicaba en el intelecto, ni en su cantidad de materia gris, y aquí sí que se justifica que no hablemos de materia gris, sino de materia verde. El partido tiene que haber llegado como una bacteria maléfica al cerebro de alguien que se atreva a decir que el hecho de no quedar inscritos no tiene importancia y que seguirán reinscribiéndose cuantas veces sea necesario y haciendo lo mismo. La materia verde ha llegado tan profundo en ese cerebro que no hay ni tan siquiera el cuestionamiento vulgar y repetido hasta por personas "new age" y por otras sin materia gris de que no se puede obtener resultados distintos si se siguen haciendo las cosas de la misma manera. Al fin y al cabo parece que, no importa el talento o la inteligencia que se tengan, Papá Pitufo (en Macondo Papá Pitufo es verde y no azul) , en esa infinita sabiduría que adquirió en las arenas de las playas de Vieques sigue mandando en el "boy's club" y que entonces, en el caso de este candidato lo que falta es independencia de criterio y unos cojoncitos bien puestos para que se le pueda dar el voto. Me pregunto, ¿será verdaderamente inteligente (en el sentido más amplio de la palabra) alguien que no tiene independencia de criterio? ¿Podrá pedirte que "declares tu independencia cuando la de él sigue colonizada? ¿Podrá conseguir la soberanía este país, llevado de la mano de líderes que no han podido independizarse de la tiranía del "boy's club" de su propio partido?

Supuestamente la esperanza se había pintado de otro color. Pero estos muchachos empezaron rapidito con el pie izquierdo cuando, ante preguntas sobre el alquiler de su sede de partido, confundieron lo legal con lo moral, distinción prístina para gente con materia gris. Estos muchachos también evidenciaban la falta de materia gris al no darse cuenta que la mayoría de este país, además de estar suspicaz y en negación con sus propuestas, ni tan siquiera podría situarse en el discurso que proponían. Estos muchachos pisaron con el pie izquierdo, o tal vez con el derecho porque entraron con las mismas carencias que los demás, cuando se olvidaron de defender las propuestas un tanto interesantes como la de eliminar la Oficina de la Primera Dama con el argumento que había detrás de la idea y decidieron caer en la sonrisa y el chistecito de "porque soy soltero" pa' simpatizarle al país y entrarle más fácil. No puede haber materia gris en mentes dispuestas a cambiar el conocimiento y la explicación inteligente por la sonrisita Colgate y el brinquito simpático.

Ante este panorama, y en aras de conservar la salud mental, siempre hay que refugiarse en una mentirita piadosa. En Estados Unidos ganaba por fin un individuo inteligente, con apertura a la diversidad, con ideas nuevas y actitudes civilizadas. Así que decidió embriagarse del HOPE que este muchachón propone y olvidarse que esa nación, en la que faltan mentes con materia gris, no por montones sino por millones, no había elegido a Obama por esas razones. Decidió olvidarse de que realmente le eligieron porque les duele el bolsillo, porque están en la desesperanza económica y en una desesperación legendaria y porque de viaje sirve para decirle al mundo que son "cool" porque tienen un presidente negro. Ja!, de vuelta al dilema de si hay que darle más valor a la intención o al resultado.

En fin, que cuando llegó a la casa después de comprarse los cigarrillitos y las dos cervecitas pensó que nunca había tenido más relevancia ese anuncio ya convertido en clásico de Harris Paint que cantaba así: "Los colores de mi Tierra…" Si servirán esos colores para darnos esperanza realmente o no, es una pregunta con dura, pero no enigmática contestación…


Gracias a mi "alterego" por las conversaciones que me inspiraron para poder producir este escrito.

Etiquetas:

jueves, noviembre 6

Aníbal descora(j)onado

Por Farasch López Reyloz para Cristallo

5 de noviembre de 2008

En un franco y revelador contraste entre los candidatos derrotados en la noche de ayer, McCain se crece con un discurso de primer orden mientras Aníbal toma unas pastillas de chiquitolina y convierte al superhéroe cuyo escudo era un cora(j)ón, en un héroe trágico, que como todo sujeto trágico pierde por soberbia, y da unas declaraciones (ni me atrevo a llamarle discurso, pues me parece que no cumple con las características mínimas de discurso) pobres, menguadas, escuetas y acabadas y con un escaso "felicito al próximo gobernador Luis Fortuño" admite, por oposición binaria y omisión descarada, que había sido derrotado.


Asimismo contrastó este breve conjunto de palabras articuladas con profundo desánimo con el momento climático del discurso ofrecido por Aníbal poco más de 48 horas antes en su concurrido cierre de campaña, en el que el pueblo popular creó un espectáculo de ilusionismo semejante a una presentación de David Coperfield, haciendo parecer que el país estaba ante una encrucijada que aparentemente nunca existió. Cuando digo momento climático me refiero a aquella frase lapidaria dicha a grito pelao "A Luis Fortuño le sobra dinero, a mí me sobra cora(j)ón". Todos sabíamos que estábamos frente a un eufemismo de segunda en el que Aníbal decía "Luis Fortuño es un cobarde que pudo agenciarse la financiación de su campaña, a mí ni los míos me financiaron, ustedes hipócritas que no donaron ni un peso, pero a mí me sobran cojones."

A pesar de que el resultado de la elección se supo cuando todavía nos alumbraba el sol, no fue hasta la noche, que vimos salir a la anticaravana (ya con muy pocos vehículos) en ruta a su patíbulo. La comitiva fúnebre salió de Fortaleza, en un significativo recorrido en sentido contrario (contra el tráfico). Cada vez más atrás quedaba la (F)ortaleza, se desdibujaba en la cámara el palacio, se desdibujaba en el rostro la fortaleza del ánimo, del espíritu, y se desdibujaba ante el ojo público la fortaleza del partido. Es usual ver que alrededor de las comitivas políticas se colocan inmediatamente cientos de personas que deceleran considerablemente el paso del convoy. Sin embargo, como me señalara mi compañero, en esta ocasión, sólo unas pocas personas se colocaron a los lados o a vuelta redonda del vehículo en el que viajaba Aníbal y desde nuestra vista aérea privilegiada aquel carro se convertía en una especie de ataúd y se transformaba ante nuestros ojos en la imagen de un féretro cargado por los amigos más cercanos del difunto. Tras el recorrido que veíamos panópticamente, regresamos a las cámaras que estaban en el suelo tan cerca del rostro de Aníbal que tenían el efecto de caricaturizar sus rasgos y acentuar, como toda buena caricatura lo hace, la gestualidad. Entonces veíamos a un Aníbal descompuesto y desenfocado, lo que auguraba la fragilidad de su discurso. Sin embargo, debo reconocer que cuando digo fragilidad no pienso en precariedad.

El Chapulín Colorado había cometido el error de juicio de guiarse por su soberbia, de aparecer en medio del Choliseo entrampando a sus propios correligionarios, a sus colaboradores, a sus futuros compañeros, creando una trama más parecida a la tela de una araña que al aguijón de un alacrán, con la que logró abortar la posible contienda de si el partido se inclinaba por arriesgar la candidatura prometedora de un joven repugnantemente de centro y la viabilidad de la candidatura "peligrosamente" soberanista de un anciano. Ahora veíamos materializada su caída trágica pero esperábamos que tal como lo prometió encontraríamos el discurso de un hombre cora(j)onado. Sin embargo, obtuvimos como primeras palabras el discurso de la antigua Cinta Azul con su corazón blandito. Casi parecía que no había contemplado la posibilidad de la derrota, que no había un discurso planeado para aceptar que se había perdido la contienda. Ya para entonces las cámaras estaban más lejos por lo que el rostro caricaturesco había desaparecido, dejando el camino libre para el discurso, pero el discurso ocupó el espacio de la caricatura y escuchamos como primeras palabras "Los quiero mucho, mucho, de corazón". Entonces ese corazón enorme y maternal por primera vez para mí tuvo "z". Los que veíamos esto a través del canal 4 padecimos el efecto de un inconveniente técnico surrealista. Mientras duró el juego de reacomodo de las cámaras veíamos fuera de foco, como si tuviéramos los ojos llenos de lágrimas como tantos de los allí presentes, y la realidad se volvió una nube. Parpadeé fuertemente para tratar de despertar y también sacudir de mi mente la imagen de Ricky Martin hablando frente a un público puertorro y frenético, pero seguía viendo a un personaje novelesco y no al hombre de Estado que esperaba, que deseaba ver. Consignas idénticas a las que se escuchaban en los tiempos de Rosselló en "desgracia", salían espontáneamente de la masa enardecida que parecía sorda ante las declaraciones vacías y estériles que se arrastraban con debilidad entre los dientes de Aníbal. Aquella oportunidad del discurso de la última cena en el que se marcara la ruta que debía seguir el rebaño de ese pastor se escurrió entre los sollozos de los creyentes. Desde hace semanas se viene gestando un intento contundente por divinizar a este líder como se hizo con Rosselló. Cientos de populares llamaban a la radio para decir que estaban con el salvador, con Acevedo Vilá. Si esto no es un sinónimo del mesías, que venga el dios que quieran y lo vea. Es probable que sea el momento de apoyar este fanatismo ins/cipiente, que bien puede ser la clave para que Acevedo no vaya solo a juicio.

Lo cierto es que éste país ha producido en tiempo récord dos mesías altaneros y soberbios que entran al palacio del Poncio Pilatos posmoderno, pero me temo que el segundo entra total y francamente descora(j)onado.


Etiquetas:

lunes, agosto 4

Maestro, con tus propias palabras...


La realidad es que llevaba algún tiempo diciendo “mentiras piadosas” con tal de no terminar “contigo” “a la orilla de la chimenea”. Sin embargo se dio cuenta de que al haber “cerrado por derribo” su corazón, terminaría bebiendo “whisky sin soda” por el resto de sus días. Así que decidió que, “aún con lo que eso duele”, saldría la calle “como un explorador” a buscar aquel “69 punto g” como si fuera la mismísima tierra prometida. Quería cantar el “rap del optimista” y de verdad dejar de vivir en la “calle melancolía”. Al fin y al cabo tenía “más de cien mentiras” por las que seguir y par de amigos que eran unos “conductores suicidas” que harían mucho “ruido” para poder seguir “pasándolo bien”.

Le quedaban sólo “19 días y 500 noches” para decidir si comenzaba o no a creer en los “amores eternos”. Con el tic toc del reloj tan fuerte como si fuera un mismísimo latido de corazón se dio cuenta de que aunque “no tienes corazón” y lo que habías hecho era “jugar por jugar” seguías siendo su “princesa”. Total, si “el muro de Berlín” había caído y “Gulliver” se había quedado solo con su monstruosidad, qué importaba si le dabas “besos de Judas” con tal de sacarle un poco de encima el polvo de aquella “que se llama soledad”.

Al final la rueda volvió a girar, volvió a pedir en el recetario “pastillas para no soñar”, volvió a cantar de un tirón “y si amanece por fin”, te hizo el preludio titulado “y sin embargo te quiero” y te volvió a dedicar la canción bastarda, la bien llamada: “y sin embargo”... sobre todo aquel verso que dice así:

“No debería contarlo
y sin embargo
cuando pido la llave de un hotel
y a medianoche encargo
un buen champán francés
y cena con velitas para dos
siempre es con otra, amor, nunca contigo
bien sabes lo que digo.”