jueves, abril 21

Un caso de libro

Llegaron hambrientos como siempre y esa noche tuvieron particular dificultad en escoger una mesa en la que degustar los carnosos manjares que le serían servidos para darle rienda suelta a la gula. Después de un ejercicio que se pareció bastante al juego de “la sillita” se decidieron por una mesa de cuatro personas en la que el aire acondicionado no les enfriara la comida.

En la mesa del lado, estaban sentados unos gringos con niños y con sus boricuas conocidos en la isla del espanto. A menos de cinco minutos de tratar de comenzar una conversación relajante, se percataron de que dos de las vecinas gringas hablaban, o más bien gritaban, a unos decibeles insospechados. A unos días de haber arribado a la isla del espanto ya tenían el típico bronceado parecido al lipstick color fucsia de Barbie y vestían las ligeras ropas que sólo usan cuando vienen de vacaciones al caribe. Sin embargo, justo cuando pensaron que serían distraidos por estos dos seres, hizo entrada un caso más interesante...

Él estaba en los “early 40’s” y unas canitas comenzaban a asomársele en el pelo, ella estaba en los “early 30’s” y tenía un mechón de pelo color naranja en el lado derecho de su enlaciada cabellera. Los dos usaban perfumes ochentosos que dejaron sin respiración y con un poco de náuseas a los comensales de aquel lugar cuando pasaron por delante de sus mesas. Rápidamente, eligieron un spot y se convirtieron en los vecinos del otro lado de la mesa.

El mesero les preguntó qué iban a tomar. Ella, muy coqueta y haciendo alarde de su sombra azul, pestañeó en repetidas ocasiones y ordenó un martini. Él, para lucir refinado pero varonil, ordenó una copa de vino tinto. Cuando el alcohol empezó a hacer algún efecto, empezó el show. Mientras le decía “papi”, ella le pasaba la manito por la parte de atrás del cuello... justo donde terminaba el cerquillo de su recorte macharrán. Él, en respuesta, le decía una que otra cosita kinky al oído. La velada fue transcurriendo entre pasaditas de mano por la cabeza, interacción de roces de piernas por debajo de la mesa y, por supuesto, el ocasional beso francés de tanto en tanto. Ella, se paró para ir al baño y mostró orgullosa su bolerito de tela de mahón, su "maripily o sonya jean" bien ajustadito y sus stilettos de poca monta. Él tenía una camisa de cuadros azules y negros, una pulsera hecha de rubber y stainless steel bien ajustadita a la muñeca y un collar con un crucifijo muy moderno. Despúes de todo, no había por qué olvidar la santa celebración de la semana mayor.

Mientras tanto, ellos conversaban sobre lo que pasaba en la mesa de la lujuria. Por supuesto, ya habían subido algún comentario cínico a Facebook haciendo alusión a los vecinos tan pintorescos que le habían tocado y algunos amantes furtivos del pasado ya habían hecho sus comentarios virtuales o habían "likeado" el comentario. En la mesa del fondo del restaurante había un grupito de personas celebrando el natalicio de uno de ellos con un ruidoso “happy birthday to you” mientras las gringas seguían contando sus experiencias en la playa del Marriott en tono mucho más que estridente.

Así, cuales tórtolos de 15 y 16 años, aquella parejita se enajenaba de la realidad y le iba subiendo el tono a su profesión de afecto. Ella se fue quedando sin lápiz labial y él tuvo que ir al baño una o dos veces más. Cuando regresó, él pidió la cuenta y ella lo observó con ojos de lujuria mientras él sacaba el dinero de su mahón negro marca “Wrangler” para pagar. Se pararon y se fueron a darle rienda suelta a lo que aquel foreplay público les había provocado.

Cuando la mesera que solía atenderles se acercó a su mesa, ya se habían marchado los tórtolos, los gringos y los cumpleañeros. Hablaron un rato con ella sobre todos aquellos personajes. Fue ella quien les contó que en medio de la calentura la chica del bolero de mahón y la sombra azul había llorado durante la romántica velada.

La mañana siguiente, su esposa lo despertó tempranito y le dijo: “no me importa a la hora que hayas llegado anoche, hoy vamos a visitar los siete altares.”