sábado, octubre 20

Con mi música a otra parte

Como amante de los “gadgets” les diré que ando como un perro con dos rabos desde que me compré un Ipod de 160 GB. Hace unos meses algún tecatito en apuros decidió meterme a mí en uno, al dejarme sin música en el carro rompiendo el cristal y llevándose mi radio. Esta escena del despojo criminal de mis pertenencias se ha repetido varias veces en mi vida… pero la del despojo de mi música es imperdonable.


El caso es que decidí reemplazar el radio y de paso comprarme uno de estos aparatitos. Me había estado resistiendo un poco a comprarlo porque me pareció que demasiada gente lo tenía. No me pregunten qué carajo implica no comprar cosas porque están en “boga” porque ni yo misma lo sé. Busqué el shopper de una de esas tiendas que venden este tipo de cosas y me convencí de que quería el que más capacidad de almacenamiento tuviera. Frases como “la verdad es que un Ipod resolvería algunos problemas de espacio que estoy comenzando a tener en mi apartamento” fueron las que me repetí cuando gasté lo que me parece una exorbitante cantidad de dinero en un aparato con dimensiones de 2” x 3”.

Y es aquí que comienza la verdadera magia. En un Ipod de 160 GB puedes poner un número realmente grande de canciones. Lo que había soñado hace unos años atrás era posible: andar con toda mi música encima y de manera simultánea. Sí, porque me gusta que mi música se mezcle conmigo, con mis cosas, con mi gente, con mi cotidianidad. No piensen que soy una compra CD’s normal… no subestimen a quien les escribe. Miren que en la época en la que todavía habían cassettes me pasaba horas en el cuarto tocando música en una estación de radio que supuestamente tenía. Cada canción ahí, “seteadita” justo donde empezaba para ser parte de mi exclusiva programación. Y eso antes no era apretar el botoncito de pa’lante y ya… Qué les puedo decir, una inconforme de la programación radial local y de la estación radial de su papá desde los 8 ó 10 años.

La compré y confieso que un gramo de felicidad vino con ella. Me senté y comencé a rellenarla de música de manera indiscriminada… con tanto espacio pa’qué rayos ponerme a escoger. Sin embargo, conforme va pasando el tiempo y sigo metiendo acordes musicales en esa cajita negra de 2” x 3” el proceso ha ido mutando. No necesariamente es un escogido de la música que forma parte de tu vida y la que ya no… es más una clasificación del grado de necesidad que tienes de cierta música sobre otra. Todo un proceso súper mágico e interesante. Ya tengo casi 1,000 canciones y me queda espacio para 39,000 más. En fin, cabrá toda la que tengo (que es bastante porque tengo más CD’s que piezas de ropa) y toda la que aún estoy por descubrir.

Y así ando ahora, con la cajita negra como parte habitual de las cosas que van en mi cartera. Tiene una fundita de terciopelo en donde la pongo para que no se maltrate, porque para mí la música es todo un tesoro. Con tanta portabilidad y tanto espacio ahora sí que cuando me retiro de algún lugar definitivamente “me voy con mi música a otra parte.”

2 Comments:

At octubre 21, 2007 10:02 p.m., Blogger Glifo said...

Mujer, la cosa de andar con el Ipod es mágica. Si no es por que me lo regalan, ni te creas que lo hubiera comprado. Y es que no sabía lo que me estaba perdiendo. Ahora ando "enchufá" (como dice mi housemate) 24/7... En mis ratitos libres del trabajo, para dormir, para escribir, para cojer el tren, para soportar ir al supermercado, para tomarme el café mañanero sentada en un banquito de la plaza... y eso que tengo el de 2GB si soy tan felíz con mis 1,000 canciones, me voy a comprar el que más capacidad de almacenamiento tenga para alcanzar el cielo. :) después te rejodo para que me pases par de canciones jeje.

 
At octubre 06, 2011 11:47 p.m., Anonymous Manuel Clavell said...

para cotubre de 2007!

 

Publicar un comentario

<< Home